jueves, 12 de junio de 2025
miércoles, 21 de mayo de 2025
lunes, 12 de mayo de 2025
Fragmento de El Orden del Discurso de Foucault
Michel Foucault se erige como una de las figuras más trascendentales del pensamiento filosófico y social del siglo XX, cuyo legado continúa resonando en múltiples disciplinas, desde la sociología y la historia hasta la crítica literaria y los estudios culturales. Su obra seminal, "El orden del discurso" ("L'Ordre du discours"), representa la lección inaugural que pronunció en el Collège de France en 1970. Este texto fundamental sirve como un crisol donde convergen sus ideas en evolución sobre el discurso, el poder y el saber, actuando como un puente entre sus trabajos "arqueológicos" iniciales y sus posteriores investigaciones "genealógicas".
En el núcleo de "El orden del discurso" yace la exploración de cómo las sociedades ejercen control, efectúan la selección, establecen la organización y llevan a cabo la redistribución de la producción discursiva. Foucault argumenta que estas operaciones se realizan mediante diversos procedimientos cuyo propósito primordial consiste en conjurar los poderes inherentes al discurso y mitigar sus potenciales peligros.
Los mecanismos externos de control del discurso, tal como los concibe Foucault, son aquellos que operan desde la periferia del discurso mismo, actuando como sistemas de exclusión que buscan delimitar qué se puede decir, quién puede decirlo y bajo qué circunstancias.
El principio de prohibición constituye la forma más manifiesta y familiar de control discursivo. Se manifiesta a través de tabúes sociales que restringen ciertos temas, palabras o modos de expresión.
La separación entre la locura y la razón emerge como otro mecanismo de exclusión de gran alcance. La distinción entre lo "racional" y lo "irracional" sirve para descalificar ciertos discursos, relegándolos al ámbito de la locura y, por ende, invalidándolos como formas legítimas de conocimiento o verdad.
El concepto complejo de la "voluntad de verdad" alude al imperativo social y al respaldo institucional de formas específicas de conocimiento y discurso que se consideran "verdaderas".
Los procedimientos internos de control del discurso se caracterizan por el ejercicio de un autocontrol por parte del discurso a través de principios de clasificación, ordenación y distribución.
El papel del comentario, entendido como el acto de interpretar y reinterpretar textos o discursos primarios, funciona como un mecanismo para limitar la aleatoriedad del discurso. Lo logra al fijar su significado y asegurar su continuidad dentro de marcos establecidos.
La función del autor, concebido como el origen y garante del significado en un texto o discurso, actúa como un principio de limitación al atribuir una intención y coherencia unificadas a un cuerpo de trabajo.
La organización de las disciplinas académicas y sociales establece reglas, metodologías y criterios para lo que constituye conocimiento y discurso aceptable dentro de sus dominios específicos. Esta organización funciona como un poderoso mecanismo de control interno, excluyendo discursos que quedan fuera de sus límites.
Foucault propone una serie de principios para el análisis del discurso que buscan trascender los enfoques tradicionales centrados en el autor, la unidad del significado o las estructuras subyacentes. Estos principios enfatizan la naturaleza histórica, discontinua y cargada de poder del discurso.
El principio de trastocamiento sugiere que, en lugar de buscar los orígenes o las intenciones subyacentes del discurso (por ejemplo, en la mente del autor o en una verdad universal), el análisis debe centrarse en las restricciones externas y los sistemas de rarefacción que limitan y dan forma al discurso.
El principio de discontinuidad postula que el discurso no debe concebirse como un flujo continuo y unificado de significado, sino como una serie de eventos, prácticas y formaciones discretas que pueden intersectarse, superponerse, ignorarse o excluirse mutuamente. No existe un discurso subyacente y continuo esperando ser descubierto.
El principio de especificidad sostiene que el discurso debe comprenderse como una práctica específica, una forma de violencia o imposición sobre las cosas, más que como una representación neutral de una realidad preexistente. El significado no es inherente al mundo, sino que se produce a través de prácticas discursivas.
El principio de exterioridad indica que, para analizar el discurso, no se debe buscar un significado o núcleo interno oculto, sino examinar sus condiciones externas de posibilidad, los factores históricos y sociales que permiten su surgimiento y establecen sus límites.
Los mecanismos de control y los principios de análisis discutidos ilustran el argumento central de Foucault sobre la intrincada y dinámica relación entre discurso, poder y saber. Para Foucault, el poder no es simplemente una fuerza represiva ejercida desde arriba, sino que se encuentra disperso por todo el cuerpo social y opera a través de diversas instituciones y prácticas, incluido el discurso.
domingo, 6 de abril de 2025
FRAGMENTO LA RIQUEZA DE LAS NACIONES ADAM SMITH
La composición y el uso del capital
Cuando aun no se había implementado la división del trabajo, nadie necesitaba capital ni acopio de provisiones. Si la gente tenía hambre, cazaba; si necesitaba ropa, utilizaba pieles de animales, y demás. Pero desde que se introdujo la división del trabajo, fue necesario almacenar provisiones: materias primas para su trabajo, alimentos y vestimenta para la familia. Los que tienen más de lo necesario tratarán de obtener beneficios de este excedente. Esto se convierte en su capital. Se pueden distinguir dos tipos de capital. Cuando producimos bienes, hablamos de capital circulante. Las máquinas, las herramientas o los terrenos se denominan capital fijo o activos fijos. Lo mismo que se aplica al capital de las personas se aplica al capital de todo el país, pero existe una parte de la riqueza de un país que se utiliza de inmediato y no produce utilidades. La segunda parte son los activos fijos que consisten, por ejemplo, en la maquinaria, los negocios, los terrenos e incluso las habilidades de sus ciudadanos. El capital circulante del país está compuesto por todo el dinero circulante, sus reservas de provisiones, los bienes a medio terminar y los terminados. En cuanto al dinero, el papel moneda es mucho más fácil de producir y mantener que las monedas de oro y plata. Además, el papel moneda es igual de eficiente, conveniente y seguro, siempre y cuando el poder adquisitivo del dinero siga siendo el mismo.
FRAGMENTO CAPITAL DE MARX
LA MERCANCIA
Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia y magnitud del valor) La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un "inmenso arsenal de mercancías"1y la mercancía como su forma elemental. Por eso, nuestra investigación arranca del análisis de la mercancía.
La mercancía es, en primer término, un objeto externo, una cosa apta para satisfacer necesidades humanas, de cualquier clase que ellas sean. El carácter de estas necesidades, el que broten por ejemplo del estómago o de la fantasía, no interesa en lo más mínimo para estos efectos.2 Ni interesa tampoco, desde este punto de vista, cómo ese objeto satisface las necesidades humanas, si directamente, como medio de vida, es decir como objeto de disfrute, o indirectamente, como medio de producción.
Todo objeto útil, el hierro, el papel, etc., puede considerarse desde dos puntos de vista: atendiendo a su calidad o a su cantidad. Cada objeto de éstos representa un conjunto de las más diversas propiedades y puede emplearse, por tanto, en los más diversos aspectos. El descubrimiento de estos diversos aspectos y, por tanto, de las diferentes modalidades de uso de las cosas, constituye un hecho histórico.3 Otro tanto acontece con la invención de las medidas sociales para expresar la cantidad de los objetos útiles. Unas veces, la diversidad que se advierte en las medidas de las mercancías responde a la diversa naturaleza de los objetos que se trata de medir; otras veces. es fruto de la convención.
La utilidad de un objeto lo convierte en valor de uso.4 Pero esta utilidad de los objetos no flota en el aire. Es algo que está condicionado por las cualidades materiales de la mercancía y que no puede existir sin ellas. Lo que constituye un valor de uso o un bien es, por tanto, la materialidad de la mercancía misma, el hierro, el trigo, el diamante, etc. Y este carácter de la mercancía no depende de que la apropiación de sus cualidades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo. Al apreciar un valor de uso, se le supone siempre concretado en una cantidad, v. gr. una docena de relojes, una vara de lienzo, una tonelada de hierro, etc. Los valores de uso suministran los materiales para una disciplina especial: la del conocimiento pericial de las mercancías.5 El valor de uso sólo toma cuerpo en el uso o consumo de los objetos. Los valores Librodot El Capital, tomo I Karl Marx de uso forman el contenido material de la riqueza, cualquiera que sea la forma social de ésta.
En el tipo de sociedad que nos proponemos estudiar, los valores de uso son, además, el soporte material del valor de cambio. A primera vista, el valor de cambio aparece como la relación cuantitativa, la proporción en que se cambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra, 6 relación que varía constantemente con los lugares y los tiempos. Parece, pues, como si el valor de cambio fuese algo puramente casual y relativo, como sí, por tanto, fuese una contradictio in adjecto(5) la existencia de un valor de cambio interno, inmanente a la mercancía (valeur intrinseque).7 Pero, observemos la cosa más de cerca.
Una determinada mercancía, un quarter de trigo por ejemplo, se cambia en las más diversas proporciones por otras mercancías v. gr.: por x betún, por y seda, por z oro, etc. Pero, como x betún, y seda, z oro, etc. representan el valor de cambio de un quarter de trigo, x betún, y seda, z oro, etc. tienen que ser necesariamente valores de cambio permutables los unos por los otros o iguales entre sí. De donde se sigue: primero, que los diversos valores de cambio de la misma mercancía expresan todos ellos algo igual; segundo, que el valor de cambio no es ni puede ser más que la expresi6n de un contenido diferenciable de él, su “forma de manifestarse”. Tomemos ahora dos mercancías, por ejemplo trigo y hierro. Cualquiera que sea la proporción en que se cambien, cabrá siempre representarla por una igualdad en que una determinada cantidad de trigo equivalga a una cantidad cualquiera de hierro, v. gr.: 1 quarter de trigo = x quintales de hierro. ¿Qué nos dice esta igualdad? Que en los dos objetos distintos, o sea, en 1 quarter (7) de trigo y en x quintales de hierro, se contiene un algo común de magnitud igual. Ambas cosas son, por tanto, iguales a una tercera, que no es de suyo ni la una ni la otra. Cada una de ellas debe, por consiguiente, en cuanto valor de cambio, poder reducirse a este tercer término. Un sencillo ejemplo geométrico nos aclarará esto. Para determinar y comparar las áreas de dos polígonos hay que convertirlas previamente en triángulos. Luego, los triángulos se reducen, a su vez, a una expresión completamente distinta de su figura visible: la mitad del producto de su base por su altura. Exactamente lo mismo ocurre con los valores de cambio de las mercancías: hay que reducirlos necesariamente a un algo común respecto al cual representen un más o un menos.
Este algo común no puede consistir en una propiedad geométrica, física o química, ni en ninguna otra propiedad natural de las mercancías. Las propiedades materiales de las cosas sólo interesan cuando las consideremos como objetos útiles, es decir, como valores de uso. Además, lo que caracteriza visiblemente la relación de cambio de las mercancías es precisamente el hecho de hacer abstracción de sus valores de uso respectivos. Dentro de ella, un valor de uso, siempre y cuando que se presente en la proporción adecuada, vale exactamente lo mismo que otro cualquiera. Ya lo dice el viejo Barbon: "Una clase de mercancías vale tanto como otra, siempre que su valor de cambio sea igual. Entre objetos cuyo valor de cambio es idéntico, no existe disparidad ni posibilidad de distinguír."8 Como valores de uso, las mercancías representan, ante todo, cualidades distintas; como valores de cambio, sólo se distinguen por la cantidad: no encierran, por tanto, ni un átomo de valor de uso. Ahora bien, si prescindimos del valor de uso de las mercancías éstas sólo conservan una cualidad: la de ser productos del trabajo.
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BIENVENIDOS A ESTE NUEVO CAMINO 2025 ESTE AÑO EL RETO "DESARROLLO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO" !!!BIENVENIDOS!!!